Notamos que muchos padres quieren cada vez más información sobre los productos, las consecuencias exactas del consumo de droga… Quisieran ver fotos, comprender cómo las drogas perturban el organismo, conocer el impacto exacto sobre el cerebro (como si el ser humano no fuera más que un cerebro como se quiere hacernos creer)… Esta búsqueda intelectual es totalmente legítima pero lo que hace es abrumarnos de detalles, alejándonos de nuestro objetivo: la prevención.
Así es cómo esta orquestada la campana de desinformación sobre las drogas: se llama la atención de la gente sobre un detalle o algo peligroso para que se focalicen sobre eso. No se ocupan de lo que podría tener un verdadero impacto.
El método que les proponemos seguir es simple: informar objetivamente y científicamente sobre los peligros de las drogas, crear al máximo un clima de confianza y de dialogo, conversar con nuestros hijos acerca de lo que hace, si consumen drogas, si ya les han propuesto, si tienen amigos consumidores…
Vayamos a lo esencial, recordándoles que:
La droga no es una fatalidad. Es una cuestión de voluntad. Nuestros hijos tienen que aprender a decir NO cuando alguien les propone. La droga no es una enfermedad: no se contrae, no se cura. La única manera de dejar la droga es no volver a consumir (cuidado con las trampas del acompañamiento de la toxicomanía).
Una droga es una droga. ¡No olvidemos que no hay droga menos peligrosa que otra!
Todo tipo de droga psicotrópica, ya sea legal o ilegal (ansiolíticos, tranquilizantes, benzodiacepinas, neurolépticos) o ilegal (drogas de la calle) conducen al malestar, a la depresión y al suicidio. Más información.
Los médicos generalistas son los primero testigos de la toxicomanía. Para más información cliquear aquí.
Si, el alcohol es una sroga sedativa. Una persona que bebe regularmente una fuerte dosis de alcohol se vuelve alcoholica al cabo de unos años. El alcohol tiene la particularidad de potenciar los efectos de todas las demás drogas. Una persona que toma alcohol junto con una o varias drogas se vuelve rápidamente toxicómana.
En 1968, contenía entre 0,6 y 6% de THC (Tetrahidrocannabinol, principal principio activo). Desde hace varios años, a causa de manipulaciones genéticas, híbridos y cultivos cubiertos, puede contener hasta un 35% de THC. Actualmente, el cannabis consumido por los adolescentes ya no tiene nada que ver con el que los padres han conocido.